Desde luego la vida da muchas vueltas. Hace unas semanas, cuando la competición marchaba por la jornada 25, el Real Zaragoza llegaba a estar a doce puntos del Villarreal, equipo que marcaba la salvación. A día de hoy el equipo de Manolo Jiménez se encuentra a solo cinco puntos del equipo amarillo y del Granada, última víctima en la fulgurante reacción aragonesa. Todo parecía indicar que las derrotas frente al Barcelona y al Sevilla volvían a desahuciar al conjunto blanquillo. Sin embargo, la vida le da otra oportunidad más para… la vida.
El aspecto de la subsistencia en Primera cobra un tinte más cómico hoy, si cabe, puesto que el campo al que viaja el Zaragoza esta tarde es un terreno más o menos maldito. El Ono Stadi, campo del Mallorca, fue el teatro que acogió el último descenso del equipo zaragocista. Curiosamente hoy le brinda una segunda oportunidad. Una ocasión para recortar distancias a sus rivales, siempre y cuando éstos pinchen, claro. La vida para el Zaragoza da una vuelta de tuerca. Dos oportunidades en un único partido. La primera, la más importante esta tarde, la de conseguir los tres puntos y esperar los fallos de Granada y Villarreal. Eso metería una gran presión a los andaluces y a los castellonenses. Alcanzando la primera oportunidad, haciéndola realidad, se conseguiría la segunda. Cobrarse la venganza con un estadio que trae infaustos y recientes recuerdos al aficionado del club. Aquel descenso de 2008. Cobrándose hoy esa deuda el Zaragoza se aferraría, a la vez, a la vida de Primera División.
No es por ser optimista, pero todo apunta a que esta tarde la dinámica en el Ono Stadi puede cambiar. El equipo tiene bajas. Pinter, Obradovic y Aranda se pierden la cita por lesión. Sensibles ausencias. A ellas se suma la injusta sanción de Ruben Micael, que no obtuvo el perdón a través de la cautelar. En su lugar aparecen Kevin, Joel y Ortí. No importa quién se pierda la batalla. Ni lo dura que pueda ser. El partido de hoy debe ser otro paso hacia la vida.